jueves, 1 de octubre de 2009

Genealogía de una Ley (Primera parte)

Hablar de una Ley de Medios supone tomar de referencia al actual modelo de acumulación económica, que surgió bajo el experimento de la dictadura y fue presidido entonces por el Ministro José Alfredo Martínez de Hoz. Como estandarte fatídico contra el desarrollismo, la maquinaria represiva desmanteló el aparato productivo del país, suspendió las libertades básicas y aplicó una política basada en el terror directo y la autocensura implícita. “Cuando haya sangre en la calle, compra propiedades”, dijo el Barón de Rothschild, allá por el siglo XIX. Parece que quienes eran dueños de la opinión pública en la Argentina durante el mal llamado Proceso de Reorganización Nacional, tomaron muy en serio los dichos del barón: hablo del convenio por Papel Prensa que el gobierno de facto tuvo con los principales medios gráficos, en su momento Clarín, La Nación y La Razón.

Con el monopolio del papel Videla compró la complicidad de quienes tenían la obligación moral, humana y profesional de revelar la sangre y exponerla a la luz, frente a una ciudadanía segada por la inocente ignorancia del ser argentino. Y vaya que duró la mentira, que llegó a picos de excentricidades como el famoso “estamos ganando” de 1982. Bajo esa mentira el gobierno de facto sancionó la ahora tan conocida Ley 22.285/80, luego de que las tres fuerzas hicieran lo que quisieran con los canales de televisión. Y digo tan conocida ya que cualquier ciudadano medio se jacta en citarla, sin al menos haberla leído o tener una noción mínima de sus artículos.

Lo cierto es que mientras el mundo miraba impávido e incomprensivo a una población que entregaba sumisa la yugular a su propio verdugo, la Junta Militar esbozaba el marco legal de lo que iría a forjar la opinión pública y parte de la formación cultural en los siguientes 30 años.

Luego llegó la democracia y el argentino se ilusionó con el retorno de las instituciones, pecó su tonta inocencia y festejó la vuelta de una sociedad regida bajo el estado del derecho. “Nunca más” se dijo, y parecía que esa rúbrica daba a entender que finalmente habíamos aprendido. Nos costó mucho dolor, pero al fin aprendimos a no ser engañados.

“Nunca se llega al fin”, le pegaron a Toni Negri, tiempo después, luego de que expusiera que con la caída del muro el capitalismo había llegado al fin de la historia. Y fue así, porque bajo alegatos tan pobres y gastados se llevó al finalizar los 90, la primera privatización del gobierno menemista. La famosa y ahora tan olvidada Ley Dromi (o Ley de Reforma del Estado), le dio la posibilidad a medios gráficos de presentarse como licenciatarios del espectro audiovisual en pugna y de constituir multimedios. Fue por entonces que, lobby mediante, Clarín se hizo de Canal 13. Así comenzó a transitar el corto sendero de una acumulación mafiosa y descabellada. Y claro, si no había dinero para las inyecciones, cómo el Estado iba a hacerse cargo de los medios de comunicación. Las cartas estaban tirada, y vaya jugada que tuvo el grupo de Noble al tirar el ancho en la primera mano.

martes, 29 de septiembre de 2009

De chicanas parlamentarias... y empresariales (van las dos de la mano)

El Grupo Clarín tiene varios aliados en su lucha contra el Despotismo Medieval Kirchnerista, comenzando por los legisladores de la oposición. Hablamos del Radicalismo, pero también del Justicialismo no kirchnerista, entre otra gente de bien... que quiere que el país no sea manejado por la soberbia K. Gracias a ellos podremos librarnos del mal recuerdo (pensando en un futuro próximo) de este proyecto de ley totalitario que no permitirá la libre expresión de los ciudadanos y por sobre todas las cosas... el respeto a la propiedad privada. No debe olvidarse el ciudadano-consumidor: primero la propiedad privada, luego la democracia... a no equivocarse.
Una empresa como Clarín quiere defender la democracia apelando no sólo a publicidades de ARPA, ADEPA o comunicados como los de la SIP, sino también al buen criterio de los senadores de la oposición. Lo que es raro es que no fundamente sus posturas de acuerdo a legislación comparada o de acuerdo a pactos o leyes internacionales... que raro que no las nombren... o será que... ¿no le conviene?
Qué dudas la verdad... Pero por otro lado debo felicitar a los periodistas de TN y Canal 13: a los entrañables Pepe Gil Vidal, Sergio Lapegüe, Edgardo Alfano, Marcelo Bonelli, Gustavo Sylvestre, etc... Grandes comunicadores, lúcidos para dar la palabra justa cuando la necesita la población... o mejor dicho lúcidos para desinformar.
Qué raro, en algunos países del llamado Primer Mundo las autoridades de aplicación de las normas y en la regulación de los medios de comunicación son elegidas, mayoritariamente, por el Poder Ejecutivo. Acá tendrá mayoría el Legislativo y las Provincias... ¿por qué llora Clarín y la oposición?
Se habla mucho sobre el Proyecto de la Ley de Medios... se habla con mucha chicana barata y con mala intención... ¿qué te pasa Clarín, estás nervioso? Y eso que no vote a los Kirchner... ya sé, van a decir que soy kirchnerista porque estoy a favor de la Ley de Medios. Esa es otra chicana barata de la oposición mercantilista contra la oposición que defiende la pluralidad de voces y la democratización del panorama de medios audiovisuales.
Ni hablar de los mercenarios... ¡perdón! De los senadores Rodríguez Saa, Ernesto Sanz, Gerardo Morales, María Eugenia Estenssoro, etc. Ellos sí que son un soplo de aire fresco... pero no piensen que detrás de ellos sólo hay intereses económicos bancados por Clarín y por las asociaciones empresariales que van a perder mucho en esta desconcentración mediática, para nada ¿Cómo alguien podría pensar que ellos defienden los oligopolios? Hay que ser muy ingenuo para creer que son defensores de la propiedad privada y de los grandes negociados, tal como ocurrió con la 125. Ellos también le dieron una manito al campo...

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Expresión Política

A la hora de crear este espacio planteamos un problema fundamental: la discrecionalidad indiscriminada con la que los principales grupos mediáticos de la Argentina omitían referencias cruciales para comprender el contexto de una noticia. Ante esta práctica tan impune y usual, era necesario plantear una denuncia inteligente que hiciera brotar esas “zonas opacas”.

Hoy, debate de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual mediante, son los grandes medios quienes paradójicamente dañan con sus coletazos las cabezas de su propia quimera. La pobreza argumental con la que defienden lo indefendible se hace evidente, y denota necedad que no requiere de inteligencia para ser socavada.

Esta es una expresión política —tan atípica y peligrosa en un país como el nuestro— que este medio con orgullo manifiesta. Y es que eso buscamos; si es que no existe la objetividad en la práctica periodística, es fundamental aclarar desde qué lugar se está hablando, algo que para muchos periodistas conviene, con mucha indiferencia, ignorar.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Editorial

Como periodistas independientes creamos este sitio con una intención simple: la de informar. A esta tarea, aparentemente fácil y vulgar, le añadimos la dificultad que implica para el ciudadano medio desentrañar las raíces “ocultas” que yacen al pie de cada hecho – con las que se piensan, esquematizan, editan y publican las noticias.

Como ciudadanos inmersos en el marco de una sociedad mediatizada y regida por el Estado del Derecho, es nuestro deber el poder informarnos, y lo que resulta aún más complicado: el poder informarnos “como es debido”.

Como testigos atónitos e impotentes de un fenómeno que, desde largos años, ha tomado dimensiones imponderables, presentamos nuestra propuesta.

Con ese espíritu proponemos brindar un espacio de lectura amena para aquellos que se sientan atraídos por las mismas intenciones que nos motivan, en donde se intente llevar a la superficie aquellos datos “relevantes” que son omitidos por las grupos económicos que construyen la opinión pública. Esa omisión que, parece tan desinteresadamente inocente, es la que dota de poder a estos grupos; esa omisión tiene sus objetivos bien fundados; esa omisión, se convierte en nuestro primer flaco de ataque...